La palabra “solubilidad” es aquella que se relaciona con la cualidad de soluble. Pues bien, esta última proviene del latín solubilis, que significa que algo se puede disolver. En este caso en particular, se hará alusión a la capacidad o habilidad que un componente particular tiene de poder disolverse, desarmarse, cuando se mezcla con una sustancia. Es fundamental, aquí, que ambas sustancias puedan integrarse.

En química, específicamente, el concepto tiene un uso particular, que detallaremos en el siguiente artículo, ya que nos restringiremos específicamente a esta disciplina para explicarlo. ¡Comencemos!

Pintura en agua
Para poder trabajar la solubilidad, se consideran dos partes: el soluto, y el solvente. Un ejemplo es agua, que funcionará como el solvente de pintura, y se verá como en la imagen cuando tal proceso ocurra.

Características de la solubilidad.

Describiremos aquí algunos rasgos particulares sobre la solubilidad desde un punto de vista químico:

  • Tendremos dos partes en el proceso de disolución: soluto y solvente. El primero es aquello que se disolverá; el segundo será aquello en que el primero se disuelve.
  • Para que haya solubilidad hay que tener en cuenta la concentración, es decir, la proporción ideal entre ambas partes (soluto y solvente).
  • Hay medidas específicas para considerar cómo ocurre esto: pueden considerarse los porcentajes tanto en moles por litro, como en gramos por litro.
  • Hay que tener en cuenta que no todos los solutos se disuelven en los mismos solventes: si pensamos en sal y agua, el segundo componente sí es solvente de la sal (que será, entonces, el soluto). Sin embargo, el agua no es solvente del aceite. ¿Qué significa esto? Que la sal sí podrá disolverse en agua, aunque no así en aceite.
  • La solubilidad (entre estos dos componentes) tiene que ver con algunos factores particulares como temperatura, o presión. Lo describiremos a continuación.
Agua y aceite
El agua y el aceite tienen una relación particular: no pueden disolverse, ni unirse.

¿De qué depende la solubilidad?.

Para poder saber qué elementos influyen o afectan a la solubilidad, deberemos considerar su división en algunos grupos. En principio, es necesario que establezcamos la diferencia entre dos conceptos que serán útiles:

Tipos de sustancia.

Hidrosolubles.

Los hidrosolubles serán todas aquellas sustancias que se disuelven en agua, como por ejemplo el azúcar, la sal: también, los jugos en polvo que se usan cotidianamente entran en esta categoría.

Liposolubles.

Estas serán todas aquellas sustancias que puedan disolverse en aceites, o grasas, o incluso algunos otros solventes, como los siguientes:

  • Tetracloruro de carbono: este compuesto, hoy en desuso por lo peligroso de su manipulación, se utilizaba antes para la extinción de fuegos. Sin color, y con un olor particular, además de su antiguo uso en incendios, se podía usar como removedor de manchas, e incluso como plaguicida. Hoy por hoy solo tiene empleo industrial, ya no doméstico.
  • Benceno: es también denominado benzol. No solamente es muy tóxico, sino que además es inflamable. Se lo conoce por su olor levemente dulce y porque tiene la particularidad de evaporarse a mucha velocidad cuando entra en contacto con el aire. Si bien es frecuente encontrarlo en la naturaleza, y en nuestras vidas cotidianas (en caso de que se viva cerca de un lugar donde se arrojan deshechos o, un poco más cotidianamente, si estamos expuestos al humo de los cigarrillos), se emplea para producir, por ejemplo, insecticidas, o detergentes.

¿Cómo saber si se mezclan o no?.

Dos conceptos extra que pueden ayudarnos a la comprensión de este fenómeno son los líquidos miscibles y los inmiscibles. Los primeros son aquellos que sí pueden mezclarse y, así, se forman disoluciones. Los segundos, entonces, son aquellos que no se mezclarán, por lo que no formarán una sustancia homogénea.

En la actualidad, es común oír el término “agua micelar” sobre todo entre quienes están familiarizados con cuidados de la piel. Esta composición es una solución que se forma por micelas, unas moléculas cuya característica es que, a la vez, repelen y atraen al agua. Se usa como limpiador del cutis.

Molécula de benceno
El uso del benceno, aun cuando su toxicidad es alta, continúa empleándose. Esto se hace solo en ámbitos industriales, dado lo peligroso que resulta exponerse a él.

Superficie de contacto.

Cuando se aumentan las posibilidades de contacto entre un soluto y un solvente, sus posibilidades de solubilidad crecen. ¿Qué significa esto? Que nuestro soluto se disolverá con mucha más velocidad.

Esto ocurre porque el soluto, por ejemplo, la sal (si retomamos el ejemplo entre agua y sal) se «pulverizará».

Agitación.

Gracias a este proceso, lo que produciremos será que las moléculas que participan del proceso de disolución aumenten su movilización física. Lo que ocurrirá, entonces, es que gracias a que se acelera, en términos de tiempo, la forma en que un soluto se comporta, potenciaremos el efecto de disolución. No significa esto que aumentemos su capacidad de solubilidad, simplemente interferimos con el proceso desde lo temporal, y lo aceleraremos.

Temperatura.

Aquí tendremos dos casos.

En general, cuando la temperatura de un sólido, por ejemplo, aumenta, mayor será su posibilidad de disolverse en componentes como el agua. Esto ocurre gracias a que con una temperatura más alta, las partículas de nuestros dos componentes (soluto y solvente) tienen un aumento también en su interacción.

Para retomar el ejemplo entre el agua y la sal, si colocamos sal dentro de un recipiente con agua, veremos cómo se disuelve. Sin embargo, si se continúa introduciendo sal, eventualmente el exceso saturará la operación. ¿Qué ocurre si exponemos ese recipiente al calor? Las partículas de sal volverán a ser solubles.

Presión.

Hay que tener en cuenta que si ejercemos modificaciones en la presión, no significa necesariamente que cambiará la capacidad de solubilidad que un sólido tenga respecto de un líquido. Si un elemento sólido no puede disolverse en agua, no lograremos que sea soluble en él ni aun elevando su temperatura o su presión.

Tipos de disolución.

Finalmente, para considerar cómo la solubilidad puede llevarse a cabo, consideraremos dos escenarios.

Granos de sal
La sal y el agua son uno de los ejemplos clásicos en cuanto a solubilidad, dada la rapidez con que la primera se disuelve en la segunda.

Disolución saturada.

Esto significa que hay un límite entre soluto y solvente. ¿Qué significa? Que es altamente probable que podamos disolver una cucharada de sal en un vaso de agua, o un vaso de sal en una jarra de agua, pero no podremos disolver una jarra de sal en un vaso de agua. Esto tiene que ver con la saturación: existen determinadas cantidades de soluto que se podrá disolver en un solvente. Si intentamos seguir adelante, notaremos cómo paulatinamente el exceso de soluto hará que este pierda la solubilidad, que sea arrastrado al fondo del recipiente donde tenemos el solvente, y que no ocurra nada más.

Disolución sobresaturada.

En este caos, el solvente ha entrado en contacto con un soluto cuya proporción es muchísimo más alta a la que puede permitirse químicamente.

Como en el caso de la saturación, aquí lo que ocurre es un exceso en la misma situación: no solo se asocia con elementos como sal o agua, sino que también aquí un cambio en el aumento de la temperatura puede permitir continuar, un poco más, con el proceso de disolución.

Citar este artículo

Fernández, A. M. (4 de marzo de 2022). Definición de solubilidad. Características, conceptos y ejemplos. Definicion.com. https://definicion.com/solubilidad/